domingo, 15 de junio de 2008

Encuentro.

Y después de todo me encuentro aquí nuevamente. Es como si mi destino permaneciera aquí, perenne, inmutable en cuanto a tiempo, como el suelo que espera a la hoja que cae y se resiste a su pactado final, avalado por su emanar desde el seno, orbe de vida, es letra a pagar por cuanto vivió y ocupo ese lugar de savia que sólo se reserva al que su destino vende (por la vida) por cuanto vive

Años han pasado desde la última vez que nos vimos y, hoy posiblemente, nos volveremos a ver

¿Que ha sido de mi? He aprendido a convivir con estos extraños seres de libidinosas, impúdicas /bazofias/ y de repugnantes costumbres -porque para alguien que no acostumbra realmente son repugnantes conductas, yo estoy familiarizado- además del estallido constante de supernovas que retumban en mis oídos (y el silbido después de la explosión… imagínatelo después de beber nandé (trago parecido al vodka, ¡es vodka!) durante toda una noche) la comida de espectrales -te imaginas comiendo zoùke crudo?- y negruros colores ensalzada a substancias esponjosas de ignota proveniencia, música de rimbombante agudos y de estrépitos y abismales medios tonos y contratiempos sin contras con ningún ritmo sobrellevado, es el fluir de sonidos inexpertos y caprichosos, es la sinfonía de trémulos estertores perrunos que oscilan y juguetean en márgenes audibles como cual hormiga se pasea por la mesa en que escribo, odio la maldita campana que avecina el periódico de medianoche, maldito periódico, maldito papel, maldita medianoche

Y más encima esta gente que mira extraño, como si fuera extraño hablar y caminar del todo, como si fuera extraño no tener pelo

No hay comentarios.: